... Esto nos lleva a proceder concediendo o tolerando lo que no deberíamos conceder o tolerar, o actuando de forma excesivamente dura en otros momentos, con la consiguiente captación de los chicos de que algo no funciona como debería. Para muchos padres el asunto pasa por no repetir con los chicos lo que padecieron ellos como hijos o como alumnos." Hay miedo a equivocarse y temor a consentir caprichos deteriorantes para la personalidad. "Cuando sentimos que nuestros hijos o nuestros alumnos "nos desbordan", es porque algo está fallando. ...es el momento de recordar que es el adulto el que debe tomar la iniciativa para buscar el modo correcto de encaminar las cosas. El adulto que ha vivido lo suficiente como para hacerse responsable de acompañar a su hijo a crecer, creciendo juntos. Y el educador profesional, que tiene un mandato para velar por la maduración de ese alumno.
Cuando se siente que "los niños nos desbordan", es seguro que el concepto de límites padece de distorsiones. Ante el sentimiento de culpa que nos puede asediar y la inseguridad que nos puede acompañar en una misión tan importante,parece conveniente detenerse a clarificar esa concepción de que "es anticuado" hablar de límites.
2 comentarios:
la generacion del silencio esta trayendo graves consecuencias.
hoy muchos adultos lo unico que hacen es decir "Que desastre esta juventud,antes no pasaba esto". sin darse cuenta que los verdaderos responsables de esto son ellos...y no se preguntan que hacen ellos para revertir esto.
Lo primero que hay que aclarar es que no se aplica a todos los padres, por suerte hay quienes nos ponen límites y asumen su rol como es debido. El problema son aquellos padres ausentes, que les dejan hacer a sus hijos lo que ellos quieren, o mejor dicho, no se dan por enterados de las acciones de sus hijos.
Y nosotros, por lo menos la mayoría, nos aprovechamos de nuestros padres silenciosos y vamos por la vida sin ataduras y sin educación. Pero los perjudicados somos nosotros porque no aprendemos lo indispensable para la vida; no sabemos como comportarnos como adultos y lo más importante, no sabemos amar.
El problema es que luego hacemos lo mismo con nuestros hijos, porque no conocemos otra cosa, llevando a la degradación de la personalidad de la humanidad.
Es necesario que abramos los ojos, ayudemos a nuestros adultos a salir de su silencio, para que nos enseñen a amar y nos ayuden a crecer como personas.
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