"No es suficiente que el niño o el adolescente lo pasen bien. En muchos casos el permitir que todo lo que hagan les resulte fácil y agradable, trae como consecuencia un gran daño, porque no permite que descubran y valoren la realidad tal como es y no como desearíamos que fuera.
Debemos encontrar la raíz de este gran equívoco... Los padres han tendido a ser permisivos, creyendo que no hay que privar a los hijos de la experiencia de su libertad y espontaneidad Y la cultura del ambiente mediático colabora con esta confusión. Con respecto a la escuela, también docentes y directivos tienden a abandonar la responsabilidad de formar en la verdadera libertad, agobiados por la tarea de ser casi los únicos encargados de educar en valores y límites.
Como consecuencia de todo lo planteado, el perjudicado termina siendo el niño o el adolescente que deseábamos formar. Lo que no se debe olvidar es que todo límite está legitimado sólo por el valor que lo fundamenta. Si el límite no es la posibilidad de realizar un valor que perfeccione a la persona, estamos tratando de un tema absurdo.
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